Niños
a bordo
Recibiendo a los pequeños
Una de las opciones que más agrada a muchos navegantes es
relatar que su hijo o hija navegó cuando tenía 10, 15 o
25 días. En esas condiciones el pequeño llega a bordo y
recibe los ruidos característicos del barco en su acolchado y
protegido moisés. Los meses pasan y comienza a tener
movimientos y ya se lo dota de un pequeño salvavidas. Cuando
da sus primeros gateos un arnés con un cabito permite tenerlo
bajo control y ello se extiende a los primeros pasos. Algunos
pequeños rechazan esa limitación y meten berrinche ante
el cabito que tira de sus espaldas y les dice “no”. El
salvavidas le sigue acompañando y es con su ancho cuello el
recuerdo de tener cuidado con el niño y el agua.
Recibiendo las visitas
Cuando un niño llega de visita a nuestro barco no sabemos si
restamos recibiendo a un santo ejemplo para la niñez
descarriada o a un verdadero Satanás al que debemos
exorcizar. Lo ideal es preguntar a nuestros jóvenes
invitados si saben nadar. Dotarlos de un salvavidas y de
instrucciones. Entre las instrucciones es que no se desplacen sin
preguntar y recibir asistencia para hacerlo y que hacer si caen al
agua: mantener la tranquilidad y esperar ser recogidos sea por la
propia embarcación o por otros. Generalmente los niños
propios lo conocen pero no esta demás indicarles a los
pequeños que nos visitan el uso del inodoro náutico que
esta acostumbrado solamente a recibir en su interior cosas digeridas
previamente
Los amiguitos
Muchos niños se entretienen a bordo solos y otros soportan la
navegación solamente si tiene algún amiguito o
amiguita. Esto nos presupone la responsabilidad de cargar con el
respectivo niño o niña amiga y brindarle las
correspondientes instrucciones como a cualquier hijo … de
visita. Pero no debemos confiarnos. El joven y reflexivo niño
que estamos acostumbrados a ver jugar en casa, ante el contacto con
la naturaleza se puede transformar en un verdadero Dr. Jeckill
producto de la combinación de su ser con el agua. O intentar
producir milagros como los que se leen en la Biblia. Jamás
podré olvidar a una amiga de lacia melena que invitó
cuando chica mi hermana a navegar en el crucerito familiar y que
llegando mi papa en el chinchorro y desde unos tres metros del barco
le dijo a esta chica “ahora te vas a subir al bote vos” y
la niña revoleo un pie y otro sobre la borda y salio caminando
sobre el agua. Bueno… intento pero ahí nomás se
hundió y mi padre pálido como una lápida pudo
tomarla del poco cabello que quedaba en la superficie.
Ahora a Navegar!!
Hace unos años invite a un matrimonio amigo a navegar. Elías
su hijo de cuatro años fue dotado de salvavidas y de un cabo
como de 8 metros de largo. Era el niño tan movedizo que en un
momento dado estábamos enroscados por el cabo todos los
presentes y Elías gritaba “suelten piola!!”. Las
actitudes y posiciones que a bordo toman los niños tienen
muchas veces que ver con la de sus mismos padres y las conductas
desarrolladas en casa. Vemos en el Canal Vinculación muchos
barcos pasar que me recuerdan una tarde de verano en que iba por una
avenida de Buenos Aires con mi auto. Adelante mío iba otro
automotor adonde en el asiento delantero los padres llevaban una
animada charla mientras en el trasero un niño había
bajado toda la ventanilla y llevaba medio cuerpo afuera. Cuando pude
en un semáforo me aproxime y llamando la atención del
matrimonio les dije “No se cuantos niños tienen ustedes
pero el niño tiene una sola cabeza. Y la esta llevando hace un
rato afuera del auto como para separarla del cuerpo en cualquier
momento”. En el Canal Vinculación vemos pasar raudos
cruceros con los niños en la proa o en las amuras, sin
salvavidas, y a veinte nudos surfeando olas. Algunos veleros llevan
sus niños disfrutando de las olas en proa. Y si no pasa nada
es porque Dios también navega los sábados y domingos.
En navegación los niños siempre deben estar con
salvavidas. Amen de esto es conveniente que aprendan a nadar. Tal vez
el día de mañana dejen de usar salvavidas y no estará
demás manejen su cuerpo y flotación sin temores en el
agua. Mas que obligado es dotar a los niños de salvavidas en
momentos de navegación comprometida y en la noche.
Muchos papas brindamos nuestro auxiliar a amigos y a nuestros hijos,
sobrinos o invitados. Debemos tener en cuenta que un motor es un arma
si es mal manejado y para ello basta recordar a un amigo al que su
hijo con un giro de 90 grados “saco por el aire” del bote
en la dársena Higueritas en Nueva Palmira en nuestro viaje de
semana Santa pasada. El niño tiene diez y siete años
nomás. Que podemos esperar de pequeños que vemos no
solamente llevando un gomón si no también una moto de
agua. Como todos sabemos que ocurre. En cierta ocasión estando
en el Recreo Cruz Alta hacían evoluciones en el Paraná
de las Palmas un pequeño niño y su mama cada uno de
ellos con una moto de agua. En un momento el niño enfiló
a la costa y pasó las boyitas y el cabo de protección
de bañistas y subió con su moto unos cuatro metros en
la arena. Tuvimos que huir a los saltos los que ahí estábamos
para que no nos embistiera y en su recorrido por donde había
pasado dejando un surco minutos antes jugaban diez niños de
distintos barcos en el agua. Ese día Dios estaba también
en el recreo. El niño de la moto tenia unos seis años,
su traje de neoprene a medida y su mama y papa despreocupados de lo
que su hijo pudiera hacer. Es más, cuando la mama llego al
lugar del hecho le preocupaba mas que nada que la moto no se hubiera
rayado. Y esto nos enseña que a ciertos niños hay que
protegerlos y de ciertos niños hay que protegerse.
El uso del arnés o del salvavidas son medidas de buena
seguridad. Pero ellas de por si no aseguran mucho como tampoco el
hecho de mantener en el interior de la embarcación a un niño.
La frase dice “un segundo de descuido y…”. Para
ello valga recordar que en una ocasión en una lancha cabinada
y sobre el río Paraná Mini se desplazaba un abuelo con
un nieto de tres años y medio y el patrón de la lancha.
Al niño para seguridad lo enviaron adentro. Al llegar a
destino el niño no estaba y apareció su cuerpito
flotando a los ocho días. Había salido de la cabina por
una ventana lateral y caído a las cruentas aguas.
Un
arnés o un salvavidas deben ser siempre acompañados por
la prevención y vigilancia de los mayores a bordo.
El mismo baño de los chicos debe ser supervisado por un mayor
y dado el tipo de aguas oscuras en las cuales navegamos evitar los
saltos y zambullidas porque hay objetos que pueden estar a media agua
y contra los cuales los niños pueden golpear.
El club y los niños
Muchos padres llegan al club y le dan vía libre a sus niños.
Es un sano mejor ejercicio de la siesta, la mejor cena y un relax de
los que tienen en casa todos los días. (Me refiero a todo eso
en relación a Papa y Mama) Y el niño sale a la buena de
Dios por la superficie del club y sus diversas dependencias.
La experiencia ha llevado a muchos clubes al tradicional cartelito
(en algunos tiene el tamaño de un aviso de autopista) que dice
que “la responsabilidad de los daños producidos por los
niños es de los padres que deberán hacerse cargo de los
costos respectivos”. Baños en los que los inodoros son
taponados con papeles o piedras, ralladuras y robos de
insignias en autos son en algunos clubes o marinas moneda corrientes
del fin de semana. En otros la prohibición de transitar
marinas sin compañía de mayores es absoluta. Y el
propio personal del club o marina se ocupa que los niños ni
siquiera frecuenten las orillas de canales o bahías. El
varadero es sitio de aventuras y tropelías y por supuesto de
peligro por el tipo de elementos que en el mismo se encuentra.
Optimist y otras clases para menores forman a los pequeños en
la prevención y muchos instructores ponen el acento en la
formación hasta en el cuidado y cortesía que unos deben
tener con otros al hacerles retirar sus trailers para que aquellos
que vienen detrás no tengan que ser obligados acomodadores de
los que primero han bajado al agua
A los chicos tenemos que protegerlos. De sus desconocimientos y de
los nuestros…
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