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Tripulantes a bordo
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Jueves, 25 de Abril de 2024
Consejos Prácticos de Navegación
 

Niños a bordo


Recibiendo a los pequeños

Una de las opciones que más agrada a muchos navegantes es relatar que su hijo o hija navegó cuando tenía 10, 15 o 25 días. En esas condiciones el pequeño llega a bordo y recibe los ruidos característicos del barco en su acolchado y protegido moisés.
Los meses pasan y comienza a tener movimientos y ya se lo dota de un pequeño salvavidas. Cuando da sus primeros gateos un arnés con un cabito permite tenerlo bajo control y ello se extiende a los primeros pasos. Algunos pequeños rechazan esa limitación y meten berrinche ante el cabito que tira de sus espaldas y les dice “no”. El salvavidas le sigue acompañando y es con su ancho cuello el recuerdo de tener cuidado con el niño y el agua.

Recibiendo las visitas

Cuando un niño llega de visita a nuestro barco no sabemos si restamos recibiendo a un santo ejemplo para la niñez descarriada o a un verdadero Satanás al que debemos exorcizar.
Lo ideal es preguntar a nuestros jóvenes invitados si saben nadar. Dotarlos de un salvavidas y de instrucciones. Entre las instrucciones es que no se desplacen sin preguntar y recibir asistencia para hacerlo y que hacer si caen al agua: mantener la tranquilidad y esperar ser recogidos sea por la propia embarcación o por otros.
Generalmente los niños propios lo conocen pero no esta demás indicarles a los pequeños que nos visitan el uso del inodoro náutico que esta acostumbrado solamente a recibir en su interior cosas digeridas previamente

Los amiguitos

Muchos niños se entretienen a bordo solos y otros soportan la navegación solamente si tiene algún amiguito o amiguita. Esto nos presupone la responsabilidad de cargar con el respectivo niño o niña amiga y brindarle las correspondientes instrucciones como a cualquier hijo … de visita. Pero no debemos confiarnos. El joven y reflexivo niño que estamos acostumbrados a ver jugar en casa, ante el contacto con la naturaleza se puede transformar en un verdadero Dr. Jeckill producto de la combinación de su ser con el agua. O intentar producir milagros como los que se leen en la Biblia.  Jamás podré olvidar a una amiga de lacia melena que invitó cuando chica mi hermana a navegar en el crucerito familiar y que llegando mi papa en el chinchorro y desde unos tres metros del barco le dijo a esta chica “ahora te vas a subir al bote vos” y la niña revoleo un pie y otro sobre la borda y salio caminando sobre el agua. Bueno… intento pero ahí nomás se hundió y mi padre pálido como una lápida pudo tomarla del poco cabello que quedaba en la superficie.

Ahora a Navegar!!

Hace unos años invite a un matrimonio amigo a navegar. Elías su hijo de cuatro años fue dotado de salvavidas y de un cabo como de 8 metros de largo. Era el niño tan movedizo que en un momento dado estábamos enroscados por el cabo todos los presentes y Elías gritaba “suelten piola!!”. Las actitudes y posiciones que a bordo toman los niños tienen muchas veces que ver con la de sus mismos padres y las conductas desarrolladas en casa. Vemos en el Canal Vinculación muchos barcos pasar que me recuerdan una tarde de verano en que iba por una avenida de Buenos Aires con mi auto. Adelante mío iba otro automotor adonde en el asiento delantero los padres llevaban una animada charla mientras en el trasero un niño había bajado toda la ventanilla y llevaba medio cuerpo afuera. Cuando pude en un semáforo me aproxime y llamando la atención del matrimonio les dije “No se cuantos niños tienen ustedes pero el niño tiene una sola cabeza. Y la esta llevando hace un rato afuera del auto como para separarla del cuerpo en cualquier momento”. En el Canal Vinculación vemos pasar raudos cruceros con los niños en la proa o en las amuras, sin salvavidas, y a veinte nudos surfeando olas. Algunos veleros llevan sus niños disfrutando de las olas en proa. Y si no pasa nada es porque Dios también navega los sábados y domingos.
En navegación los niños siempre deben estar con salvavidas. Amen de esto es conveniente que aprendan a nadar. Tal vez el día de mañana dejen de usar salvavidas y no estará demás manejen su cuerpo y flotación sin temores en el agua. Mas que obligado es dotar a los niños de salvavidas en momentos de navegación comprometida y en la noche.

Muchos papas brindamos nuestro auxiliar a amigos y a nuestros hijos, sobrinos o invitados. Debemos tener en cuenta que un motor es un arma si es mal manejado y para ello basta recordar a un amigo al que su hijo con un giro de 90 grados “saco por el aire” del bote en la dársena Higueritas en Nueva Palmira en nuestro viaje de semana Santa pasada. El niño tiene diez y siete años nomás. Que podemos esperar de pequeños que vemos no solamente llevando un gomón si no también una moto de agua. Como todos sabemos que ocurre. En cierta ocasión estando en el Recreo Cruz Alta hacían evoluciones en el Paraná de las Palmas un pequeño niño y su mama cada uno de ellos con una moto de agua. En un momento el niño enfiló a la costa y pasó las boyitas y el cabo de protección de bañistas y subió con su moto unos cuatro metros en la arena. Tuvimos que huir a los saltos los que ahí estábamos para que no nos embistiera y en su recorrido por donde había pasado dejando un surco minutos antes jugaban diez niños de distintos barcos en el agua. Ese día Dios estaba también en el recreo. El niño de la moto tenia unos seis años, su traje de neoprene a medida y su mama y papa despreocupados de lo que su hijo pudiera hacer. Es más, cuando la mama llego al lugar del hecho le preocupaba mas que nada que la moto no se hubiera rayado. Y esto nos enseña que a ciertos niños hay que protegerlos y de ciertos niños hay que protegerse.

El uso del arnés o del salvavidas son medidas de buena seguridad. Pero ellas de por si no aseguran mucho como tampoco el hecho de mantener en el interior de la embarcación a un niño. La frase dice “un segundo de descuido y…”. Para ello valga recordar que en una ocasión en una lancha cabinada y sobre el río Paraná Mini se desplazaba un abuelo con un nieto de tres años y medio y el patrón de la lancha. Al niño para seguridad lo enviaron adentro. Al llegar a destino el niño no estaba y apareció su cuerpito flotando a los ocho días. Había salido de la cabina por una ventana lateral y caído a las cruentas aguas.


Un arnés o un salvavidas deben ser siempre acompañados por la prevención y vigilancia de los mayores a bordo.

El mismo baño de los chicos debe ser supervisado por un mayor y dado el tipo de aguas oscuras en las cuales navegamos evitar los saltos y zambullidas porque hay objetos que pueden estar a media agua y contra los cuales los niños pueden golpear.

El club y los niños

Muchos padres llegan al club y le dan vía libre a sus niños. Es un sano mejor ejercicio de la siesta, la mejor cena y un relax de los que tienen en casa todos los días. (Me refiero a todo eso en relación a Papa y Mama) Y el niño sale a la buena de Dios por la superficie del club y sus diversas dependencias.

La experiencia ha llevado a muchos clubes al tradicional cartelito (en algunos tiene el tamaño de un aviso de autopista) que dice que “la responsabilidad de los daños producidos por los niños es de los padres que deberán hacerse cargo de los costos respectivos”. Baños en los que los inodoros son taponados con papeles o piedras, ralladuras  y robos de insignias en autos son en algunos clubes o marinas moneda corrientes del fin de semana. En otros la prohibición de transitar marinas sin compañía de mayores es absoluta. Y el propio personal del club o marina se ocupa que los niños ni siquiera frecuenten las orillas de canales o bahías. El varadero es sitio de aventuras y tropelías y por supuesto de peligro por el tipo de elementos que en el mismo se encuentra.


Optimist y otras clases para menores forman a los pequeños en la prevención y muchos instructores ponen el acento en la formación hasta en el cuidado y cortesía que unos deben tener con otros al hacerles retirar sus trailers para que aquellos que vienen detrás no tengan que ser obligados acomodadores de los que primero han bajado al agua

A los chicos tenemos que protegerlos. De sus desconocimientos y de los nuestros…



 
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